Un día, por la noche, estaba muy cansada y después de cenar me fui a mi cuarto, y me dormí casi enseguida.

Con el miedo que tenía no me moví, y tampoco dije nada. Solo miré a los ladrones sin hacer nada. Tenía muchísimo miedo, y no sabía qué iban a hacer. Continuaban robando cosas de mi cuarto, pero entonces, sin querer, estornudé, y los ladrones vieron que estaba despierta.

Sin perder tiempo, me ataron al armario y me amordazaron para que dejara de gritar. Pero yo tenía un cuchillo muy afilado en mi bolso (en caso de emergencia) y corté la cuerda. Claro, los ladrones no sabían esto y mientras que ellos robaban todo, yo cerré la puerta para que no pudieran escapar. Mientras que los ladrones estaban ocupados buscando algo que era valioso yo llamé a la policía, que vino muy rápidamente.
Cuando llegó la policía, detuvo a los ladrones y los llevaron a la cárcel de inmediato y me prometieron que no los volvería a ver jamás. ¡Qué alivio!
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